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Abril 2003. Lugar: Alpes suizos. Steve Ballmer, consejero delegado de Microsoft, recibe una llamada durante unas vacaciones en las montañas helvéticas. Malas noticias. El ayuntamiento de Munich anuncia que dejará de usar el sistema operativo de la compañía en sus más de 15.000 ordenadores. En su lugar, apostarán por un sistema abierto basado en Linux.

 

 

 

El sucesor de Bill Gates interrumpe sus vacaciones y se dirige hacia la capital bávara. Trae consigo una batería de contraofertas con el objetivo de que el alcalde, Christian Ude, cambie de idea. El contrato, valorado en 35 millones de dólares, en realidad era una cifra modesta para una compañía de las dimensiones de la multinacional de Seattle. Pero eso era lo de menos. Ballmer teme la repercusión que puede tener el ejemplo de una de las ciudades más importantes de Alemania.

 

El viaje no surte efecto. La decisión es firme. Munich dice adiós a Microsoft y pone en marcha LiMux, uno de los proyectos públicos de software libre más ambiciosos de la historia. La ciudad había logrado librarse de la tiranía del software privativo. Colorín, colorado, este cuento se ha acabado. Todos felices, menos Microsoft.

 

Ojalá fuera así de fácil…

 

10 años más tarde, sentados en el despacho de comunicación de la sede de LiMux, en una céntrica calle de Munich, Andreas Heinrich, consultor de IBM y uno de los principales responsables del proyecto, respira tranquilo. En marzo de 2012, el alcalde Christian Ude anunció que la ciudad había logrado ahorrar más de 4 millones de euros en costes de licencia de software en tan solo un año. Al estar usando programas como Open Office, el sistema operativo Debian y el gestor de correos Thunderbird, el ayuntamiento evita tener que pagar las licencias que cobran compañías como Microsoft cada cierto tiempo. La experiencia de la ciudad se convierte en una causa célebre que aparece en muchos medios de comunicación.

 

Los años anteriores no han sido tan fáciles como este. LiMux fue el blanco de muchas críticas de la oposición por los retrasos y costes del proyecto, más de 20 millones de euros hasta la fecha. Los ejemplos de otro países tampoco lo ponían fácil. Una iniciativa similar en Viena fracasó. Pero los responsables del proyecto mantuvieron el tipo ante la adversidad y hoy la ciudad empieza, por fin, a recoger los frutos de un trabajo arduo y complicado. “Por fin hemos podido rendir cuentas de forma contundente. Las críticas se han acallado y este año tendremos casi todos los ordenadores del Ayuntamiento operando con software libre”, explica el gestor de proyectos.

 

Aunque los medios han hecho mucho hincapié en el ahorro, las razones que llevaron a tomar esta decisión fueron otras. El motivo radicaba más en planteamientos filosóficos y democráticos que por dinero. Antes de adoptar LiMux, el Ayuntamiento operaba todo su equipo informático con Windows NT y los resultados eran bastantes satisfactorios. En 2002 reciben una notificación de Microsoft que les informaba de que dejarían de ofrecer soporte a esta versión. La compañía obligaba básicamente a tener que pagar por acceder a las nuevas versiones de Windows o corrían el riesgo de acabar con un sistema operativo obsoleto. “Pensaron que pagaríamos siempre pero los políticos empezaron a hacer preguntas. ¿No hay otras alternativas? ¿Otras formas de hacer las cosas?”, explica Heinrich.

 

“Empezaron a pensar que era arriesgado tener tanta dependencia de una empresa”, añade. “Tiene mucho que ver con la libertad. Con ser propietarios de nuestros propios datos. Imagínate que quiebra la empresa de software mañana. Imagínate lo que eso podría implicar para las instituciones públicas de la ciudad. Es un tema de autonomía”.

 

A la hora de la verdad, “la decisión estaba entre buscar una opción más barata a corto plazo, que era seguir con Microsoft, o mirar al largo plazo. Los políticos optaron por lo segundo. Apostar por el software libre y estándares abiertos”.

 

El gobierno local también estaba preocupado con las barreras que la obsolescencia programada impuesta por Microsoft sobre Munich podía tener para la ciudadanía. “Si una persona tiene que tener el sistema más avanzado o la edición más actualizada de Microsoft Office para remitir un documento al ayuntamiento, estás dejando a mucha gente fuera. Si un niño tiene que utilizar Microsoft power point para hacer una presentación en clase, estás obligando a su familia a comprar ese producto. Y eso es inaceptable para una institución pública”.

 

Pagar más ahora para pagar menos después

 

Heinrich es realista a la hora de valorar los costes de un proyecto de estas características. “Al contrario de lo que uno pueda pensar, los proyectos abiertos de esta envergadura requieren mucho dinero, aunque a la larga sea más barato por el ahorro de las licencias. Tienes que invertir en capital humano que se dedica a adaptar los programas informáticos, instalar y ofrecer soporte y formación”.

 

LiMux cuenta con un departamento creado ex profeso para el proyecto que ha tenido que hacer mucha labor de reestructuración. “Teníamos más de 20 departamentos de informática. Cada uno con un protocolo distinto y una integración mínima entre ellas. Era como empezar de cero”.

 

Este departamento se encarga de migrar poco a poco los servicios de todos los profesionales en la ciudad a estos sistemas y a hacer mucha labor de pedadogía a los funcionarios públicos. Primero empezaron con instalar navegadores como Firefox o procesadores de textos como Open Office. Se empieza por traslados a pequeña escala en distintos departamentos. “No podíamos hacerlo todo de un golpe. Está en juego el funcionamiento de muchos servicios importantes”, añade Heinrich.

 

En 2008 se opta por una estrategia que pone como meta que todos los departamentos tengan un 10% de sus sistemas informáticos usando Linux íntegramente. Al año lo consiguen y desde entonces las cosas se hacen más fáciles. “Hoy estamos en torno a los 10.000, de un total de 15.000, que están usando una interfaz completamente abierta. Todos los ordenadores tienen instalados Open Office, el gestor de email Thunderbird y Firefox”, explica Heinrich.

 

La economía local gana

 

Apostar por este sistema genera otro tipo de beneficios para la economía local de la zona. Una multinacional como Microsoft genera su software y lo replica a gran escala por el mundo. El sistema abierto de LiMux requiere mucho desarrollo y adaptación a las necesidades del ayuntamiento. “Gran parte de este dinero se ha invertido en compañías y desarrolladores de la zona en lugar de irse fuera. Claro, dirás que yo soy parte de IBM, una multinacional que también participa en el proyecto, pero lo cierto es que solo copamos una pequeña parte de ese presupuesto,” añade el ejecutivo.

 

Este conocimiento ha ayudado a posicionar a la ciudad como pionera en estos temas. Esos mismos profesionales pueden vender su experiencia para proyectos similares en ciudades tan distintas como Calcuta o Caracas. “Es un apoyo para las pequeñas y medianas empresas que forman la espina dorsal de la economía alemana y europea”.

 

Pero el experto en sistemas informáticos es cauto a la hora de recomendar a otras ciudades u organismos públicos que emprendan un proyecto de estas características. “Por supuesto que compartimos nuestra experiencia con muchas de ellas pero se necesita mucho sentido común, empezar pequeño y asegurarte que funciona. Analiza muy bien lo que tienes y tus recursos”.

 

“No seas un talibán tampoco. Hay veces que tienes que usar ordenadores cerrados para programas como Autocad. Lo más importante es avanzar en la inclusividad y la interoperabilidad. Que tu archivo funcione en todas las plataformas, sea Windows, Linux o Apple. No se trata de excluir a alguien que utiliza un sistema cerrado. Se trata de que todos los programas funcionen en todas las plataformas. Que los estándares sean abiertos”.

 

Y, finalmente, hay un elemento más imprevisible que ha sido absolutamente determinante para el éxito de LiMux. El apoyo político. “Hemos tenido el respaldo del alcalde desde el comienzo”. Christian Ude lleva casi 20 años al frente del consistorio de la ciudad y junto con sus socios de gobierno del Partido Verde han visto muy clara la importancia de apostar por el software libre. “Sin este apoyo hubiera sido imposible”.

 

En LiMux tenemos un ejemplo de innovación y valentía en el sector público, un área frecuentemente criticada por su inmovilismo. El software libre ya no se ve como un reducto de geeks. Su peso crece y en un contexto público cada vez tiene más sentido que una ciudad tenga libertad total con sus decisiones tecnológicas en una época en la que lo digital se ha vuelto esencial.

 

Florian Schiessel, uno de los principales responsables de LiMux, prefiere huir de las contraposiciones ideológicas y apelar al pragmatismo para justificar el proyecto en una entrada en su blog. “No soy un activista de software libre ni un vendedor de software. Solo te digo que esto funciona. No es solo un tema de Linux versus Windows. Hay muchas empresas que quieren encerrarte. Hicimos los deberes y no volveremos a ser esclavos contentos. ¿Y tú?”.

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