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Hace ya años se descubrió que las plantas responden a la luz, a los sonidos, paladean el suelo en busca de nutrientes y se comunican entre ellas, avisándose de la presencia de depredadores. ¿No es eso propio de un ser sintiente?

 La idea de que las plantas son capaces de sentir emociones fue promulgada por primera vez en 1848, cuando Gustav Fechner, psicólogo experimental pionero de la psicofísica, sugirió que las plantas eran capaces de sentir emociones y que se puede promover un crecimiento saludable a través de la conversación, atención, actitud y afecto.

 Medio siglo más tarde, en 1900, el físico y botánico Jagadish Chandra Bose (cuyo nombre ha pasado a la posteridad de la física en el 'condensado de Bose-Einstein') comenzó a experimentar con plantas y ondas electromagnéticas, y diseñó diversos dispositivos destinado a medir las respuestas eléctricas en las plantas. Según él, se producía un espasmo eléctrico cuando la vida de una planta llega a su final. ¿Pero estamos ante algún tipo de emoción o es una pura respuesta bioquímica básica?

Ver sin ojos y oír sin orejas

Es innegable que las plantas reacciona con el medio ambiente. Por un lado responden a la luz, y son capaces de reconocer características como intensidad, calidad, dirección y periodicidad. Más llamativa aún es la existencia de una enzima que se encuentra en la superficie de las raíces, la apirasa, que localiza las moléculas de ATP que producen los microorganismos y hongos próximos a la raíz, y se lo roba. Por si todo esto no fuera poco, sabemos que son capaces de detectar el humo tras un incendio para estimular la reforestación, muchas son excelentes escaladoras, capaces de resistir fuertes vientos... e incluso pueden oír.

Los árboles hablan entre ellos

Al parecer los los árboles pueden comunicarse entre ellos de manera similar a como lo hacen los animales. Suzanne Simard, ecóloga de la Universidad de Columbia Británica descubrió que en los bosques existen jerarquías y que los árboles más grandes ceden parte de sus nutrientes a los más pequeños. De hecho, las sociedades de árboles pueden ser tan complejas como las de los animales. A los árboles más grandes Simard les llama hubs o Árboles Madre, y son los encargados de ayudar al crecimiento de los más pequeños.

Simard parece haber encontrado que por debajo del suelo se establece una estrecha relación entre las raíces de los árboles y un tipo de hongos que crecen alrededor de ellas, las micorrizas, de forma que les permite a los árboles comunicarse entre sí y distinguir quiénes son sus parientes directos. Así, las especies de árboles pueden prestarse azúcares entre sí hay escasez, un intercambio particularmente beneficioso entre árboles de hoja caduca y coníferos, pues sus déficits suceden en diferentes periodos del año.

Red entre plantas

El profesor de la Universidad de Florencia Stefano Mancuso habla de 'neurobiología vegetal', un término quizá exagerado pues las plantas no poseen sistema nervioso. Aún así en su laboratorio estudian «cómo las plantas son capaces de resolver problemas, cómo memorizan, cómo se comunican, cómo organizan su vida social y cosas así», comenta. Mancuso y sus colegas se dedican a entrenar plantas del mismo modo que otros neurocientíficos entrenan a sus ratas de laboratorio. Pero si se hace de forma continua la planta dejará de reaccionar.

Para Mancuso eso es prueba de que la dormidera se da cuenta de que el agua es inofensiva. Es más, las plantas pueden retener este conocimiento durante semanas, incluso cuando cambian sus condiciones de vida, como la iluminación. «Descubrir que las plantas pueden memorizar durante dos meses fue una sorpresa», dice Mancuso. Sería un error que apareciera una planta con cerebro pues han evolucionado con la presión ambiental de ser alimento, y por eso puedes comerte el 90% de una, que no morirá.

Para Mancuso las plantas son incluso mucho más sensibles que los animales. Cuando las orugas empiezan a devorar el maíz, la planta emite una señal de angustia química que atrae a las avispas que se alimentan de ellas. Si pones una fuente de sonido de 200 Hz, añade Mancuso, cerca de las raíces de una planta, la seguirán.

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